lunes, 17 de febrero de 2014

Ensayo del libro La Moral Del Ajedrez Escrito por Benjamín Franklin

La invasión de los árabes llega el ajedrez a la península ibérica en el siglo VIII. En esa época la dama no existía, era el alferza el que ocupaba esa casilla, y con un movimiento mucho más limitado, como figuraba en un códice del siglo XIII de Alfonso X el Sabio. Tras la llegada del ajedrez a Europa, se va transformando hasta llegar a ser el juego que hoy conocemos. Las piezas se transforman en lo que hoy son, con ese recuerdo de la sociedad medieval, rey, dama, caballo (en representación del caballero), torre y obispo, que sustituye a un elefante que en Europa no existe como arma de guerra, aunque en español conserva el nombre de alfil (elefante en árabe). Con esta introducción decimos los detalles de Franklin cuando el dice en su famoso ensayo La Moral del Ajedrez: “…su origen está más allá de la memoria de la historia, y ha sido para innumerables generaciones, el entretenimiento de todas las naciones civilizadas de Asia: los Persas, los Indios, y los Chinos. Europa lo ha tenido por algo más de mil años; los Españoles lo han esparcido sobre su parte de América, y recientemente empieza a hacer su aparición en estos Estados…” 
Deja ver también la experiencia que lo dar el ajedrez como maestro hacia su aprendiz: “…Varias cualidades muy valiosas de la mente, útiles en el curso de la vida, podrán ser adquiridas o reforzadas con él, hasta llegar a ser hábitos, listos en toda ocasión…” 
Se expresa con el ajedrez dando razones por las cuales el ajedrez es un profesor innato de acontecimientos malos o buenos, donde se ve: 
“…I. Previsión, que mira un poco hacia el futuro, y considera las consecuencias que puede tener una acción; lo que le ocurre continuamente al jugador, "Si muevo esta pieza, ¿cuáles serán las ventajas de mi nueva situación? ¿Qué uso puede hacer mi adversario de ella para molestarme? ¿Qué otros movimientos puedo hacer para sostenerla, y para defenderme de sus ataques?"…” 
Donde quedan dos más que son la circunspección y el cuidado. 
También nos da ciertas reglas en las que expresa que cada jugar debe considerar un juego justo y equitativo y nos remonta a la época medieval donde el caballerismo existía y era una regla de honor. Como “…Si su adversario se tarda en jugar, usted no lo debe apurar, ni expresar ninguna intranquilidad por su demora. No debe cantar, ni silbar, ni mirar su reloj, ni tomar un libro para leer, ni golpetear con sus pies en el piso, ni con los dedos sobre la mesa, ni hacer ninguna cosa que pueda perturbar su atención. Porque todas estas cosas desagradan; y ellas no muestran su habilidad para jugar, pero sí su astucia u ordinariez…” 
¿Qué hará el adversario?... Es el dueño de innumerables posibilidades; tan solo el paso de su peón, con ser nada más que un peón, puede comprometer todo mi plan y ocasionar mi ruina. Lección incomparable, que nos instruye en la suprema ley de la relatividad. Cada combinación y variantes de jugadas del ajedrez, es un drama mental y emocional. La frialdad del muro silencioso que relaciona a los contendientes. Puede pedir que el enfrentamiento no sea hacia el contendiente, sino así mismo. Ningún otro juego expone de manera tan evidente la propia inteligencia, de manera tan exclusiva la posibilidad de una derrota, el reconocimiento, al rendir el propio rey. Luego, la pesadilla retrospectiva; si hubiera hecho esto, si hubiera movido la alfil, de tal o cual manera, si hubiera estado más atento, si hubiera observado mejor el movimiento de su mano, la expresión de su cara. 
Todas las reglas que él nos da y aconseja brindarán al final del juego lo más importante y profundo que tal vez en esta ocasión no sea ganar ante tu contendiente, sino que ganar respeto y estima. Un Caballero que juega con valentía para un juego de cortesía en el cual gana experiencia en conquistar el mundo, como quien lo diría solo simular que cada lucha es una adversidad en el mundo de la realidad, lo cual necesita para sobrevivir en un mundo lleno de problemas y de decisiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario