jueves, 28 de febrero de 2013

Elba Esther se viste de Prada


POLÍTICA CERO


Seguramente Elba Esther no se gastaba millones de dólares en las grandes boutiques para ella sola.


Seguramente nunca han estado en unas compras de pánico en Neiman Marcus y por lo tanto no saben lo que es la plenitud del pin... poder. O sea, es Elba Esther, ni modo que comprara sus ropajes en las baratas de Suburbia o que despachara en un departamento del Infonavit. Digo, qué clase de terror iba a infundir entre sus agremiados cuando, a la hora de dar órdenes, decidir sobre vidas y haciendas, armar triangulaciones vestida no para matar sino para ir al departamento de carnisalchichonería de la Cómer.
Ya me imagino a la todopoderosa líder magisterial armando grandes complós, presionando a líderes de toda materia, ataviada con outfits de Milano, donde se viste el paisano... nadie iba a tomarla en serio. Ni siquiera todas esas hordas de presidentes, funcionarios, políticos, intelectuales, empresarios y pedigüeños en general que acudían a ella en busca de cobijo y que hoy se solazan con su caída como si no hubieran sido la ocasión de lo mismo que culpáis.
Igual sí era un gasto cuantioso en esas materias, pero eran justos y necesarios. Antes de ser una mujer empoderada y temible, hay que parecerlo. Además, seguramente no se gastaba millones de dólares en las grandes boutiques para ella sola, pues su conocida generosidad la llevaba a repartir muchas de sus adquisiciones entre sus amigos, contlapaches, socios y todas esa gente que jamás por interés ni oportunismo se le aproximaba avanzando de rodillas.  Sí, con la misma olímpica alegría con la que repartía Hummers, tabletas y vetepés en cruceros por el Caribe.
No hay certeza jurídica si la Gordillo saldrá antes de que el Cruz Azul sea campeón o después de que caigan Robero Deschamps y Joel Ayala (ya anunciaron que si no tienen nada que temer, que no les va a pasar nada, lo mismo que de seguro le dijeron a La Maestra), pero por lo pronto es la fuente de escarnio y diversión consentida de la nación.
Pero ya los quiero ver cuando salga en dos o tres días como Hank Rohn (ya tiene al despacho de Lozano Gracia y su hija senadora exige que no se politice el caso), a ver si no se los carga el payaso.
Lo que sí es molesto es ver cómo los del sindicato y el Panal se solidarizaron con su Yoda de una manera tan meliflua y desganada. Ni siquiera pidieron, como Peña, el debido proceso, que es el nuevo enérgico rechazo.
Solo por eso les van a imponer, democráticamente, como caporal al ChiquiliQuadri.
El diablo, lo debemos tener claro, se viste de Prada.