miércoles, 21 de septiembre de 2011

El oro es la próxima burbuja en estallar

Davos es un Foro Económico y un circo de cincuenta pistas. Nos entrega decenas de conferencias, cientos de conceptos y millones de frases. Al final quedan las fotos y las frases. Los participantes son expertos en ganar titulares y saben que se trata de decir cosas que sacudan, por su brillantez o estridencia. A continuación, una selección de perlas de Davos 2010.
El oro es la próxima burbuja en estallar. La frase corresponde a George Soros, uno de los especuladores más famosos del mundo y refleja una preocupación justificada. El oro ha superado la barrera de los 1,200 dólares por onza. Ha subido más de 40 por ciento en los últimos doce meses y sigue subiendo, en un contexto donde las inversiones “seguras” no lo son tanto: las tasas de interés están bajísimas y los bienes inmuebles siguen reflejando la recesión.
La recuperación será lenta porque tenemos mercados laborales débiles. Nouriel Roubini, el famoso Doctor Doom que predijo la crisis desde 2007 en solitario, ahora lanza un pronóstico sobre la recuperación: tendrá forma de U, pero se dará a una velocidad muy lenta. La generación de empleos no contribuye a alentar el optimismo. Una jobless recovery no es una recuperación completa.
Este año hay más respeto y reverencias hacia los banqueros centrales, secretarios de finanzas y reguladores…es claro que el Estado cuenta mucho más estos días. Dijo Niall Ferguson, uno de los grandes historiadores económicos y participante destacado en tres mesas del WEF. Sin importar lo que pase con la propuesta de Barack Obama, es claro que el péndulo se ha movido en dirección de un mayor control sobre el sistema financiero. Hasta mediados de 2009 se hablaba de supervisión con una mano ligera “Light touch”. Ahora la pregunta es qué tan pesada será la regulación y qué nuevos poderes tendrán los reguladores.
La profunda recesión constituye un terreno fértil para decisiones potencialmente malas. Jacob Frenkel, presidente de JP Morgan, no necesitó decir a quien se refería: no era Hugo Chávez, Vladimir Putin ni algún dictadorzuelo de África. Barack Obama fue más protagonista en la ausencia que cualquiera de los 2,500 líderes presentes. Mejor dicho fue el gran antagonista y su propuesta de regular la banca se convirtió en el purgante de moda entre los banqueros.
No existe evidencia acerca de que el tamaño de las instituciones sea un riesgo por si misma para un colapso financiero. Robert Diamond, presidente del grupo financiero Barclays, contestó así a uno de los puntos de la propuesta Volcker-Obama. La discusión de este plan no estaba en el programa original del evento, pero la realidad se impuso. Los banqueros convirtieron a Davos en tribuna y caja de resonancia de su indignación. Los políticos y exbanqueros, como Guillermo Ortíz, se pronunciaron en favor de fortalecer los controles, aunque nadie asumió una defensa de la propuesta de la Casa Blanca. Vista en detalle está llena de inconsistencias, como el discurso de los banqueros.
La única manera para forzar a un país a hacer algo es a través de la guerra. Pascual Lamy, director de la Organización Mundial de Comercio está frustrado y tiene razón. Lleva más de ocho años tratando de llegar a un acuerdo mundial para liberalizar el comercio y no ha podido romper el candado. Ricos, pobres y potencias medias han montado una coreografía del estancamiento. El Estado Nación sigue vivito y coleando, a pesar de la globalización.
Necesitamos un nuevo Bretton Woods. Nicholas Sarkosy estuvo en plan maximalista en su pieza del primer día. Criticó el dólar, el FMI, la estrategia contra el cambio climático, la desregulación de las transacciones financieras internacionales y de la migración laboral. Pide un nuevo pacto refundacional, similar al que ocurrió al final de la segunda guerra mundial, en Bretton Woods.
Ya ni creo, ni yo. Del escepticismo sobre las cumbres, dejan constancia estas palabras de Felipe Calderón. El mandatario llevó un discurso fresco, lleno de frases ocurrentes. Criticó la dificultad para ponerse de acuerdo. El mundo es como un avión cuyo piloto sufrió un ataque cardiaco… Los de la clase turista se pelean con la Businessclass para ver quien lo comanda.

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