Estos días podrían ser los más importantes de los 37 años de historia de Microsoft. La empresa lanza al mercado su primer ordenador (la tableta Surface), un nuevo sistema operativo móvil (Windows Phone 8 ) y, lo crean o no, dos sistemas operativos para PC.
Y no me refiero a Windows 8 y Windows RT, que son, de hecho, dos sistemas operativos nuevos e independientes de Microsoft. Me refiero a los dos mundos distintos que conviven dentro de Windows 8: uno diseñado principalmente para pantallas táctiles y otro para teclado y ratón. Individualmente ambos son excelentes… pero no es posible usarlos individualmete. Microsoft los ha combinado en un batiburrillo confuso y sobrepuesto llamado Windows 8, que salió al mercado el viernes a precios que van de los 15 a los 60 €, según oferta y versión.
Es fácil imaginar cómo Microsoft ha acabado aquí: “las ventas de PC están cayendo”, debe de haber dicho algún directivo. “¡Ésta es una nueva era de pantallas táctiles! Necesitamos un enfoque completamente renovado, un nuevo Windows. Algo brillante, fluido y que se maneje con los dedos”.
“Bueno, un momento”, debió de decir alguien. “No podemos olvidar los 600 millones de PC que funcionan con ratón. ¡También tenemos que actualizar el Windows 7 de ésos!”
Y ahí es donde las cosas se torcieron de verdad.
“¡Eh, ya lo tengo!”, dijo alguien. “Combinaremos esas dos versiones de Windows en una. Un sistema operativo para todos los equipos. ¡Y todos contentos!”
Uf.
Vamos a analizar las dos versiones por separado. (Nota: he escrito un manual de uso de Windows 8 para una editorial independiente; no me lo encargó Microsoft ni la empresa ha colaborado en él).
Windows de escritorio
Así es como he decidido llamar al Windows tradicional, el de las ventanas que se solapan, los menús y la barra de tareas en la parte baja de la pantalla. En éste se pueden utilizar los cuatro millones de aplicaciones Windows tradicionales, que Microsoft denomina aplicaciones de escritorio: Photoshop, Quicken, juegos, software empresarial…
El escritorio de Windows 8 es básicamente el bien considerado de Windows 7 con algunas mejoras, como un arranque más rápido, una pantalla de bloqueo en reposo que muestra el reloj y las notificaciones, y un mayor grado de control sobre las configuraciones con varios monitores.
Ahora se puede iniciar sesión en cualquier PC con Windows 8 usando una cuenta Microsoft ID. Gran idea: los fondos de pantalla, buzones de correo web, contactos, fotos y contenido de SkyDrive (el disco duro gratuito de Microsoft en la nube, con 7 GB de capacidad) están disponibles al instante.
El Administrador de tareas ofrece ahora una tabla de programas abiertos, indicando cuáles son los que consumen más memoria y procesador. El Explorador de ficheros (antes Explorador de Windows) tiene ahora una barra de herramientas plegable. Una nueva opción de Refresco permite restaurar Windows a su estado virginal recién salido de fábrica, sin afectar a los programas ni a los ficheros.
Tambien hay una extraordinaria función nueva, denominada Seguridad familiar, que proporciona a los padres un resumen semanal del tiempo que su prole ha pasado frente al PC, y de los sitios web, las búsquedas, los programas y las descargas que han efectuado. Tambien se pueden establecer límites de tiempo para los días laborables y los festivos.
Y por último, ha desaparecido el menú de Inicio. La barra de tareas sigue ahí, pero ya no contiene el icono del menú de Inicio. Volveré sobre el tema dentro de un momento.
El mundo de los mosaicos
El cambio mayor y más controvertido de Windows 8 es su revestimiento con un segundo “sistema operativo” pensado para pantallas táctiles.
(En realidad no se llama ‘mundo de los mosaicos’, pero Microsoft no le ha puesto nombre. Los conocedores lo denominan interfaz Metro, que era su nombre en clave, pero Microsoft insiste en referirse a él simplemente como Windows 8, lo cual resulta sumamente confuso; yo seguiré llamándole ‘mundo de los mosaicos’).
El mundo de los mosaicos toma modelo del encantador software Windows Phone de Microsoft. Presenta una pantalla inicial ocupada por recuadros cuadrados y rectangulares de colores. Cada uno representa una aplicación, y a menudo, los datos más recientes de la misma.
Por ejemplo, el recuadro de la Agenda indica nuestra próxima cita. El de Gente (el listín de direcciones) muestra el apunte más reciente de sus redes sociales. El de Correo presenta el asunto del último mensaje que hemos recibido.
El mundo de los mosaicos es absolutamenta fantástico para las tabletas. Los recuadros se deslizan elegantemente al empujarlos con el dedo. Los que se usan más a menudo se pueden ‘anclar’ a la pantalla de Inicio: programas, direcciones web, listas de reproducción, álbumes de fotos, gente del listín de contactos, buzones de correo, iconos del Windows de escritorio y, por supuesto, aplicaciones. Los recuadros son fáciles de redistribuir, redimensionar y agrupar.
Deslizando el dedo desde el marco de la pantalla táctil hacia el interior aparecen paneles de controles útiles. Un deslizamiento rápido hacia abajo sobre un recuadro equivale a pulsar el botón derecho del ratón: aparece una lista de mandatos pertinentes.
El mundo de los mosaicos requiere aplicaciones completamente nuevas, y aún no hay muchas. Generalmente no son tan complejas como los programas normales para Windows; son más bien como aplicaciones para iPad, en lugar de los programas de Adobe o los de la misma Microsoft. Ocupan toda la pantalla, se utilizan con los dedos y prácticamente carecen de menús. Y están exentos de virus, puesto que Microsoft controla el único lugar donde pueden conseguirse: la tienda Windows Store.
Microsoft proporciona aplicaciones de mensajería, agenda, noticias, contactos, reproducción de música y vídeo, mapas, meteorología, correo y visionado de fotos (las de Facebook, Flickr, su SkyDrive y otros álbumes). Se puede repartir la pantalla entre dos aplicaciones del mundo de los mosaicos, por ejemplo para ir leyendo el correo mientras vemos un vídeo.
El escritorio y el mundo de los mosaicos
El mundo de los mosaicos es fantástico para las pantallas táctiles. Sí, existen equivalentes de ratón y teclado para los gestos táctiles, pero está claro que han sido añadidos en el último momento.
Por su parte, es evidente que el Windows de escritorio ha sido diseñado para el ratón. La mayoría de los menús, controles y botones de las ventanas son demasiado pequeños para usarlos con los dedos.
Por desgracia, en Windows 8 no es posible vivir exclusivamente en uno de los dos mundos.
Aunque todos tus programas sean del mundo de los mosaicos, hay que seguir usando el Windows de escritorio para trabajar con ficheros o discos, para conectarse a carpetas de red o para abrir el Panel de control. Y aunque todos tus programas sean del Windows de escritorio, tu PC sigue arrancando en el mundo de los mosaicos, y tienes que seguir usándolo para realizar operaciones como las búsquedas o la consulta del listín de contactos.
Hay un programa gratuito llamado
Pokki que resulta de gran ayuda: devuelve el menú de Inicio al escritorio e incluso permite abrirlo al arrancar el equipo.
Aún así, los dos mundos dan lugar a una esquizofrenia fatal para la productividad. La curva de aprendizaje de Windows 8 parece una subida al Everest.
Por ejemplo, hay lo que parecn dos navegadores web distintos, cada uno con su diseño y sus propias convenciones. En el mundo de los mosaicos, la barra de direcciones está abajo; en el Windows de escritorio está arriba. En la versión de escritorio, los favoritos aparecen en una lista; en el mundo de los mosaicos, son iconos que se deslizan horizontalmente. El mundo de los mosaicos carece de Historial (sólo se autocompletan las direcciones que hemos visitado recientemente).
Ahora la Configuración está dispersa por tres lugares distintos. En el mundo de los mosaicos, los ajustes básicos como el brillo y el volumen están accesibles en el panel que aparece al deslizar el dedo desde la derecha. Un segundo conjunto de ajustes aparece al pulsar Cambiar la configuración del PC en ese panel. Un tercer conjunto, más completo, sigue estando en el Panel de control del Windows de escritorio.
El sistema de ayuda también es un auténtico lío. En el escritorio tenemos el navegador norma de la Ayuda de Windows. En el mundo de los mosaicos, Microsoft ha escondido la opción de Ayuda en Configuración por algún motivo, y en la pantalla de Inicio sólo ofrece tres temas predefinidos (del tipo ‘Cómo reorganizar los iconos de Inicio’) sin posibilidad de búsqueda.
En algunas aplicaciones, como las de Gente y Correo, la Ayuda ofrece dos enlaces a foros de discusión sobre Windows 8, y ya está. En otras (como las de Mapas, Tiempo y Cámara) la función de Ayuda está completamente ausente.
Tal vez sea todo mucho más sencillo. Lo único que debe usted comprender es lo siguiente:
Hay dos nuevas versiones de Windows: una se llama Windows 8, para PC normales y algunas tabletas; la otra, Windows RT, para tabletas más baratas y portátiles (por no hablar de Windows 8 Pro, que añade funciones empresariales). Cada una de las dos ediciones citadas cuenta con dos entornos, que Microsoft denomina el escritorio y Windows 8. En el entorno Windows 8 sólo se pueden utilizar aplicaciones para Windows 8 de la tienda Windows Store. La versión Windows 8 de Windows admite tanto aplicaciones de escritorio como aplicaciones para Windows 8; en cambio, Windows RT sólo admite aplicaciones para Windows 8. Los iconos de las aplicaciones más antiguas pueden aparecer tanto en el entorno de escritorio como en el entorno Windows 8, pero las aplicaciones para Windows 8 sólo se ven en el entorno Windows 8. En la tienda Windows Store se venden aplicaciones de los dos tipos, pero es el único lugar donde se pueden obtener aplicaciones para Windows 8.
¿Entendido?
Yo tampoco.
¿Saben lo que hubiera sido perfecto? Mantener separados los dos sistemas operativos. Reservar el mundo de los mosaicos y su universo de nuevas aplicaciones táctiles para las tabletas. Y Windows 8 para los PC con ratón y teclado.
De ese modo, toda la confusión desaparecería. Y el buen trabajo que Microsoft ha hecho en cada uno de los dos sistemas operativos resplandecería.